(Este texto inédito fue escrito exclusivamente para el evento "Versos para recordar" que organizó Visual Dreams a beneficio íntegro de AFAL Cartagena, en Diciembre de 2015, en Mister Witt café, como parte de su acción social. Tanto la autoría como los derechos de explotación pertenecen a Eloísa Lúa, y se ceden a cualquiera que quiera usarla para fines no comerciales)
¿Te acuerdas
como ayer caían esas finas gotas de lluvia sobre el gris asfalto, arañando los
adoquines, como queriendo devolverles el verde de antaño? ¿Recuerdas el
repiqueteo de las gotas sobre el cristal y el café caliente que tomamos juntas
y la sonrisa eterna que tenías en ese momento? ¿Recuerdas aquellos dos jóvenes
corriendo, saltando sobre los charcos, para llegar a la otra acera, sin lugar
seguro donde cobijarse? ¿Y a aquellos otros que, en loco desenfreno, sus almas
palpitaron bajo la amenaza de tormenta y se besaban como si el mundo fuera a
acabarse mañana?
La lluvia….
Como me gustaba la lluvia y verla sentada, a tu lado, junto al fuego, en las
cortas tardes de invierno, cuando era pequeña y el mundo parecía un lugar
amable, humano, sencillo… Cuando mi mayor problema era recordar que no te
gustaba nada que usara mi vena creativa en la pared blanca de mi habitación… O
que las “cosas estaban ahí, donde yo las había dejado” y esa cariñosa amenaza
de después diciendo “¡A qué voy yo y lo encuentro!”… Y lo encontrabas…
No, mamá. No
soy María. Soy Ángela, tu hija.
¿María?
María es tu hermana… Ella… Ella ya no está con nosotros.
¿Recuerdas
cuando, siendo yo una niña, me daban aquellas otitis que no había pastilla
alguna que me calmase el dolor y el llanto empapaba mi cara y los gemidos
contenidos escapaban de mi garganta en un quejido lastimero y frágil? Te
pasabas la noche entera despierta, acariciando mi pelo, escondiendo la
frustración que sufre quien no puede ayudar, curando con amor lo que no sabía
atajar la medicina. ¡Cómo olvidar aquellas noches!, No el llanto… Sino tu mano
sobre mi pelo…
¿Recuerdas
cuando me ayudabas con las manualidades? ¿O viajábamos juntas y me descubrías
paraísos perdidos en carreteras secundarias?... Estabas ahí. Siempre. Estás en
cada uno de mis recuerdos… Aunque no estés, estás. Y eso es tan bello… Habrá
millones de historias como la nuestra y todas serán la más especial del mundo…
Pero la nuestra, es solo nuestra. Tuya y mía.
¿Qué cuando
viene María?... Pronto mamá. Ya verás… Probablemente mañana.
Mañana… Vendrá mañana, que será otro día que no recuerdes lo de hoy…
Así tampoco
recordarás mi llanto de esta noche. El dolor, como espada al rojo que lacera y
se hunde en una carne podrida de luchar… El dolor de que no sepas ni quien soy,
con lo que hemos sido.
Maldito
seas… ¡Maldito! ¡Maldito! ¡Y mil veces maldito!...
Pero tu tranquila mamá, que ya recuerdo yo por ti, ya conservo yo todos esos
momentos que hemos pasado… Tranquila mamá… Si no recuerdas mi nombre, mis
labios lo repetirán una y otra vez, aunque no cale nunca, aunque no se quede,
aunque mañana vuelvas a confundirme con la Tía María… Tranquila mamá, porque no
tengo un solo recuerdo en el que no estés y como decía Benedetti “Porque te
quiero y porque no estás sola”.
¡Maldito
Alzheimer!... Malditas enfermedades quita-dignidades… Malditos males
ahoga-familias… Que los cielos perdonen mi rabia, porque mi corazón no puede…
No puede con el cinismo, ni la injusticia, con saber que podríamos tener la
cura para muchas enfermedades, pero “Poderoso Caballero es Don Dinero” y es
agotador vencer a Goliat. Es imposible vencerle con una sola piedra… Pero…¿
Imposible?… Si era yo la que decía que no había cosas imposibles, como mucho,
poco probables… A lo mejor con una sola piedra no, pero ¿y con la mía, más la
tuya, más aquella otra?... Las batallas se ganan afrentándolas, mirándolas cara
a cara, con esperanza y respeto, pero sin descanso y sin tregua… A lo mejor no
bastan todas nuestras piedras siquiera… Pero… ¿Y si llamamos a las demás
guerrillas, a las de ELA, Esclerosis múltiple, hidrocefalia, Espina bífida,
Enfemedades mitocondriales, Cáncer…? Porque son distintas batallas, pero la
guerra… Esa, sí que es la misma.
No lo
conseguiré para ti mamá… Pero nadie puede arrancarme la esperanza de
conseguirla para mis hijos o mis nietos.
A ti te ha
arrancado los recuerdos el Alzheimer, pero, con cada uno, ha creído mi
esperanza, mi fuerza y mi valor… Y los suyos también.
Juntos.
Hacia delante, siempre adelante… Lo conseguiremos.
Mil Gracias¡¡¡
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