viernes, 26 de febrero de 2016

Carta a una Madre con Alzheimer

(Este texto inédito fue escrito exclusivamente para el evento "Versos para recordar" que organizó Visual Dreams a beneficio íntegro de AFAL Cartagena, en Diciembre de 2015, en Mister Witt café, como parte de su acción social. Tanto la autoría como los derechos de explotación pertenecen a Eloísa Lúa, y se ceden a cualquiera que quiera usarla para fines no comerciales)

Ilustración: Sony G. Polo
¿Te acuerdas como ayer caían esas finas gotas de lluvia sobre el gris asfalto, arañando los adoquines, como queriendo devolverles el verde de antaño? ¿Recuerdas el repiqueteo de las gotas sobre el cristal y el café caliente que tomamos juntas y la sonrisa eterna que tenías en ese momento? ¿Recuerdas aquellos dos jóvenes corriendo, saltando sobre los charcos, para llegar a la otra acera, sin lugar seguro donde cobijarse? ¿Y a aquellos otros que, en loco desenfreno, sus almas palpitaron bajo la amenaza de tormenta y se besaban como si el mundo fuera a acabarse mañana? 

La lluvia…. Como me gustaba la lluvia y verla sentada, a tu lado, junto al fuego, en las cortas tardes de invierno, cuando era pequeña y el mundo parecía un lugar amable, humano, sencillo… Cuando mi mayor problema era recordar que no te gustaba nada que usara mi vena creativa en la pared blanca de mi habitación… O que las “cosas estaban ahí, donde yo las había dejado” y esa cariñosa amenaza de después diciendo “¡A qué voy yo y lo encuentro!”… Y lo encontrabas…

No, mamá. No soy María. Soy Ángela, tu hija.

¿María? María es tu hermana… Ella… Ella ya no está con nosotros.

¿Recuerdas cuando, siendo yo una niña, me daban aquellas otitis que no había pastilla alguna que me calmase el dolor y el llanto empapaba mi cara y los gemidos contenidos escapaban de mi garganta en un quejido lastimero y frágil? Te pasabas la noche entera despierta, acariciando mi pelo, escondiendo la frustración que sufre quien no puede ayudar, curando con amor lo que no sabía atajar la medicina. ¡Cómo olvidar aquellas noches!, No el llanto… Sino tu mano sobre mi pelo… 

¿Recuerdas cuando me ayudabas con las manualidades? ¿O viajábamos juntas y me descubrías paraísos perdidos en carreteras secundarias?... Estabas ahí. Siempre. Estás en cada uno de mis recuerdos… Aunque no estés, estás. Y eso es tan bello… Habrá millones de historias como la nuestra y todas serán la más especial del mundo… Pero la nuestra, es solo nuestra. Tuya y mía.

¿Qué cuando viene María?... Pronto mamá. Ya verás… Probablemente mañana.

Mañana… Vendrá mañana, que será otro día que no recuerdes lo de hoy…

Así tampoco recordarás mi llanto de esta noche. El dolor, como espada al rojo que lacera y se hunde en una carne podrida de luchar… El dolor de que no sepas ni quien soy, con lo que hemos sido.
Maldito seas… ¡Maldito! ¡Maldito! ¡Y mil veces maldito!...

Pero tu tranquila mamá, que ya recuerdo yo por ti, ya conservo yo todos esos momentos que hemos pasado… Tranquila mamá… Si no recuerdas mi nombre, mis labios lo repetirán una y otra vez, aunque no cale nunca, aunque no se quede, aunque mañana vuelvas a confundirme con la Tía María… Tranquila mamá, porque no tengo un solo recuerdo en el que no estés y como decía Benedetti “Porque te quiero y porque no estás sola”.
¡Maldito Alzheimer!... Malditas enfermedades quita-dignidades… Malditos males ahoga-familias… Que los cielos perdonen mi rabia, porque mi corazón no puede… No puede con el cinismo, ni la injusticia, con saber que podríamos tener la cura para muchas enfermedades, pero “Poderoso Caballero es Don Dinero” y es agotador vencer a Goliat. Es imposible vencerle con una sola piedra… Pero…¿ Imposible?… Si era yo la que decía que no había cosas imposibles, como mucho, poco probables… A lo mejor con una sola piedra no, pero ¿y con la mía, más la tuya, más aquella otra?... Las batallas se ganan afrentándolas, mirándolas cara a cara, con esperanza y respeto, pero sin descanso y sin tregua… A lo mejor no bastan todas nuestras piedras siquiera… Pero… ¿Y si llamamos a las demás guerrillas, a las de ELA, Esclerosis múltiple, hidrocefalia, Espina bífida, Enfemedades mitocondriales, Cáncer…? Porque son distintas batallas, pero la guerra… Esa, sí que es la misma.

No lo conseguiré para ti mamá… Pero nadie puede arrancarme la esperanza de conseguirla para mis hijos o mis nietos.

A ti te ha arrancado los recuerdos el Alzheimer, pero, con cada uno, ha creído mi esperanza, mi fuerza y mi valor… Y los suyos también. Juntos.
 Hacia delante, siempre adelante… Lo conseguiremos.
 

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