lunes, 31 de agosto de 2015

Que entre solo la lluvia

Ven. Cierra esa puerta y coge mi mano.

Tras esa puerta está la tormenta, la prisa, los compromisos, las obligaciones y hasta nuestros nombres.

Olvidaló. Olvidaló todo. Que en tu cabeza no exista más instante que este instante, ni más piel desnuda que la que acaricia tu pecho. Bésame como si fuera tu último hálito de vida. Aspira mi deseo condensado de saliva. Sumérgete en el vergel de mi escote. Cierra la puerta y deja fuera todo lo que no seamos tú y yo.

Sorprendemé. Con cosas pequeñas que causan sentimientos inmensos. Hay tantas cosas pequeñas de ti que me hacen temblar... Tu abrazo, tu escondida timidez. ¿Te acuerdas de como sabía la pasión a los veinte años? Amamé así, con ese nudo en la garganta que aprieta sin ahogar. Con ese torbellino de mariposas en el estómago, batiendo sus alas en cada sutil roce.

No te vayas. Aún no. Fuera hay tormenta. Disfruta aquí y ahora. Seamos uno y olvidemos todo.

Trae tu mano aquí. Sobre mi pecho desnudo. ¿Lo sientes? Ahora late por tí. Eres mi heroína y tras esa puerta solo existe el síndrome de abstinencia. Cierralá. De un portazo si hace falta. Acaricia hasta el último poro de mi piel. Despacio, como el naufrago que se aferra a su tabla de salvación, como el niño que ve una película en el cine por primera vez, como la niña que mira por vez primera las olas del mar... Con ese deseo contenido en la punta de los dedos.

Espera. Un minuto más. Hagamos, de estos sesenta segundos, la eternidad. Susurráme al oído lo que sientes. Sin miedos. Sin expectativas. Sin esperanzas. Sin prejuicios. Solo palabras inconexas del corazón, sin pasar por la lógica del deber de tu razón. Dime que te cuesta arrancarme de tu interior. Que llevo tiempo ahí aunque podamos cruzarnos como dos conocidos que se desconocen. Reconoce que vibras y te sientes vivo cuando estoy cerca. Susurráme al oído lo que sientes con el tacto de mi piel. Verbaliza tus sueños conmigo.

Cierra la puerta. Deja fuera la tristeza, la rutina, los problemas, lo que somos y lo que jamás seremos. Dejaló todo fuera, pero trae la lluvia fresca que nos empape. Deja que entre solo tú y la lluvia.

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