Blog sobre Literatura, Guion y novedades de la escritora Eloisa Lua (pseudónimo)
lunes, 19 de junio de 2017
Del Fuego a las Cenizas
"¡¡Maldito seas por siempre!!" - Resonó aquel desgarrador grito, que quebró hasta los cráteres de la luna. Un grito que bramó hasta expulsar el último hálito, justo antes de caer vencida al suelo.
Un año antes...
Se había arrancado el corazón con sus propias manos, aún en la última contracción. Del fuego a las cenizas.
Aún unos meses antes...
De las cenizas al Fénix.
Katrhina sentía los caballos desbocados de un corazón arrancado hace tiempo. Sintió. Sintió infinidad de cosas... Sintió que aún no había muerto del todo. Pero solo él conseguía devolverle aquellos latidos de los que había decidido prescindir. Y, sin embargo, no era posible.
Lo supo desde que le vió por vez primera. Desde aquel abrazo que les unió hace ahora tantas lunas. Si las almas gemelas existiesen, desde luego, él era la suya. Aquel que conseguía crear delicioso caos en su nada rutinaria cotidianeidad. Como ella, con su sola presencia, tornaba la tierra en volcan, la cordura en loca desesperación adolescente. Porque juntos eran un todo y, separados, simplemente eran otra cosa. Pero siempre fue una vetada posibilidad.
Las idas y venidas. Los silencios y aquel torbellino de pasiones que, implacable, los unía en uno solo. al antojo de una vida mortal. Seguramente, en un mundo ideal, se amarían en todas las vidas. Porque había cambiado hasta la orografía del camin,o pero no lo que se despertaban mutuamente cuando se miraban en los ojos del otro. Y, sin embargo, nunca fue posible.
Habían sucumbido a la fruta prohibida de la pasión sin estación ni destino. Lo habia sentido tan dentro que se había quedado tatuado su nombre en las venas. Había leído en sus ojos hasta desnudarle la esencia. Contempló las ruinas y el paraíso, la lluvia embravecida en sus ojos sin faro que le alumbrase las noches de ausencia. Lo había ansiado con instinto animal. Y él a ella. Y, sin embargo, ambos sabían que no era posible.
Unas horas antes...
Susurró unas palabras de despedida a Eolo. Era cerrar los círculos o perderse ella. Era el fin de los finales, sin los puntos suspensivos.
Pero él apareció, por sorpresa, a medio de la letanía. Y, entonces, no pudo decirle adiós. El tampoco a ella. Como si esa palabra les hubiera sido robada, puro divertimento de unos impíos dioses. Siempre estarían sobre aquel tablero de locura del "no te puedo tener y sin embargo...".
Así que, se dio la vuelta, para que él no la viese sin corazón. Acababa de acuchillar al ave de fuego. Se desplomó. El la tomó en brazos. La besó en los labios, apenas roazóndola. "Nos volveremos a encontrar, mi Señora, cuando giren los vientos" - Sentenció. Después, alzó el vuelo y desapareció entre las nubes.
En aquel momento...
Gritó ante la injusticia de los recovecos de aquel enrevesado camino. Maldijo al destino al borde de aquel precipicio.
"Os volveréis a encotrar, en esta vida o en la otra".- Respondió, impasible, El Destino.
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