Capítulo 1.- Alas doradas
Quiso volar.Cuidado con lo que deseas porque... Se puede hacer realidad.
El mundo era un lugar demasiado pequeño para sus sueños. La realidad demasiado inestable para sus instantes perdidos. El sol no brillaba bajo la lluvia. El gris era un arco iris de asfalto. Las almas de plástico paseaban por los parques, dejando su sombra de astío en todos ls bancos.
Quiso volar y voló.
Allí, en mitad de la nada a la que había reducido el vacío de sus bolsillos, con las rodillas clavadas en el suelo y manos sobre el pomo de la espada, una mujer lloraba como se llora de verdad: hacia dentro. Las alas brotaron majestuosad en su espalda. Doradas. Incendiadas por el fuego del atardecer. De aquel adormidero de infelicidades seguras, tan falto de pasiones que la alimentasen.
Espada y escudo bien asidos, se elevó en vertical, alejándose de aquel cementerio de ladrillo muerto y escamas de trazos de olvido. De aquel cenagal de hipocresía pintado de espejismo.
Voló por encima de las nubes. En libertad. Con un viento a favor que engrandecía las plumas.
Entonces lo supo. Había nacido para volar y aquella, su nueva piel, era en verdad la esencia de lo que siempre había sido.
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