jueves, 30 de noviembre de 2017

Injusta Justicia. Historia de un supuesto plagio anunciado


La Justicia no es ciega, no es igual para todos y mucho menos es justa. Hoy es el aciago día en el que dejo de creer. En el que escribo este artículo con mi opinión, mi verdad, sobre los hechos ocurridos en Cartagena ante la pasividad de tantos que asusta el mundo en el que nos movemos.

Hace tres años escribí (y registré como propiedad intelectual) una obra de teatro histórico titulada "Asesinato al Marqués de Camachos". Cuya investigación histórica me llevó más de un año, tratando de rescatar toda la verdad posible de una historia en la que algunas partes habían sido enterradas, obedeciendo a ciertos intereses. Se estrenó y estuvo realizándose durante un año, con una función al mes, en el Palacio de Casa Tilly. Lugar en dónde ocurrió el hecho histórico. Varias personas tuvieron acceso al libreto (insisto, registrado bajo Propiedad Intelectual). Fue un éxito y así lo dijero tanto medios de comunicación como las casi mil personas que pudieron verla.

Un año después, paseando, me encuentro un cartel del II Festival de Teatro Histórico de Cartagena, en la que aparece una obra titulada "Asesinato al Marqués de Camachos", en el que llama, además, la atención que es la única obra del cartel que no pone su autoría ni quién la representa. Algo que, en mi opinión, dice mucho. Este festival lo organiza Enrique Escudero Vera, persona a la que conozco bien, para mi desgracia, tanto su trayectoria en Madrid como en esta ciudad. Quién además ya ha sido denunciado con anterioridad por otras personas, presuntamente, por uso de artimañas y ardides, en mi opinión, bastante faltos de ética y moral. Algunas sentencias las perdió, aunque supuestamente nunca abonó las cuantías requeridas por, supuestamente, ser "insolvente".

Antes de continuar, aclaro lo que dice la Ley que es un plagio (puesto que hay de varias clases, entre ellos, el llamado "plagio encubierto"): "coincidencias estructurales básicas y fundamentales, y no a las accesorias, añadidas, superpuestas o a modificaciones no trascendentales (sentencia de 26 de noviembre de 2003)". (Fuente). Además, un amigo, experto en Ley de Propiedad intelectual me dijo que el título de la obra pertenece también al autor. Al ser este el caso de un personaje histórico, se podría usar el nombre de dicho personaje pero cambiando la parte registrada de "El Asesinato de...", puesto que de no hacerlo seguiría incurriendo en plagio.

La representación de la obra era inminente para agosto (mes de vacaciones de la justicia), además, en mi opinión, existe una supuesta mala fe basada en motivos personales de esta persona y allegados, en la que en mi opinión y supuestamente tienen fijación contra mi. Así que decido apelar a la Justicia e interpongo un escrito de "medidas cautelares previas a denuncia y urgentes, in audita parte, por peligro de mora procesal" hasta que se determine la autoría de la obra. El entrecomillado quiere decir "sin oir a la otra parte por peligro de retraso judicial". Pero la obra no se lleva a cabo. Aún así el Tribunal de 1ª Instancia de Cartagena, resuelve que este caso, al ser de propiedad intelectual, el Tribunal competente es el Juzgado de lo Mercantil que se encuentra en la ciudad de Murcia.

Enrique Escudero Vera vuelve a sacar fecha, con el mismo nombre de la obra pero achacándose la autoria. Por lo que a finales de Julio me voy a Murcia, e interpongo las medidas cautelares previas urgentes, mientras se redacta la denuncia. Como llega Agosto y con este mes, las vacaciones judiciales, la obra se hace (de lo que tengo capturas de pantalla de fotos, carteles y demás pruebas). La resolución llega tarde, después de realizado el acto. Así que confío en que Enrique Escudero Vera le entre la razón y la coherencia, y desista de su supuesto intento de aprovecharse, obteniendo supuestamente un lucro económico, del trabajo de dos años de la que escribe y firma este artículo.

Pero, en mi opinión, la supuesta fijación tanto de Enrique Escudero Vera como de las 4 personas que suelen acompañarle siempre, es tal, que vierten tremendos insultos e injurias y esparcen, supuestamente, oscuros rumores... Eso sí, sin pronunciar mi nombre, porque esto también es demandable. Pero dando tantos datos que cualquiera que me conozca pueda deducir que se habla de mi. Actos que, en mi opinión, considero viles y cobardes al negarme posibilidad alguna de defensa. Eso sí, cuando Enrique se cruza conmigo por la calle, supuestamente, baja la cabeza incapaz de mirarme a los ojos. Tampoco es que fuera a esperar mucho de alguien cuya trayectoria conozco demasiado bien y ya nada me sorprende de él (ni de los acólitos que le siguen).

Me cuentan que, supuestamente, el ha reconocido que sabe que la obra es mia y que él puede hacer lo que le de la gana. Palabras que, como no estaba yo delante, no puedo aseverar que ocurrieran de esa manera, aunque en mi opinión, de haber sido, tampoco me extrañan de una persona que siempre ha tenido ciertas actitudes. Por suerte, igual que yo conozco su trayectoria, es también conocida por otros muchos.

Ahora me encuentro de nuevo que esta obra se va a representar en formato de ruta teatralizada este domingo y que la única opción que yo tengo es que alguien compre una entrada, algo que no es posible puesto que, supuestamente, estos beneficios no son declarados ni existe tal entrada. Supuestamente, se abona en el acto y se ve. La segunda opción es que me entere de dónde va a ser y vaya y lo grabe con el movil, exponiendo de ese modo mi persona, supuestamente, a cualquier cosa, a cualquier posible tipo de agresión verbal o física. Algo que no haré. Por eso no creo en la Justicia ya, en esta injusta justicia que deja impunes a, en mi opinión, ladrones de guante blanco que copian obras que su ingenio no llega a imaginar. Porque, ¿Por qué creen ustedes que alguien anunciaría una representación teatral sin poner donde se representa, pero sí poniendo un precio, 10€ y un número móvil en el que salta un buzón de voz y depende de quién seas te contestan o no? ¿Creen ustedes que esta actitud es de alguien que no tiene nada que esconder?

Por supuesto, todo lo que hay aquí escrito es mi opinión y me amparo en mi derecho a expresarla libremente, que es lo único que me queda. Por supuesto, todo es "supuestamente". Pero cualquiera que quiera la carpeta de pruebas, registro de obra, capturas de pantalla y todo aquello que poseo, puede pedírmelo que gustosamente lo enseñaré. No tengo nada que esconder.

Enrique Escudero Vera esta vez no se sentará delante de un juez. No creo en esta justicia. Pero sí hay algo en lo que aún creo. En la opinión pública, así que saquen ustedes sus propias conclusiones. He tenido que resumir lo que llevo vivido todo este tiempo.

Eso sí, si, "supuestamente", ni opiniones personales... Es un mero hecho que yo no voy a dejar de hacer lo que me apasiona por personas de este tipo. Por lo que ya estoy preparando una nueva obra de teatro histórico sobre las historias de un legendario barrio que hubo en Cartagena. ¡¡Nos vemos en el teatro!!

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Adictos al silencio

Esta es la historia de dos personas poco comunes, que se cruzaron en la línea que va de lo cotidiano a lo extraordinario, y cuenta la leyenda que, al final de los finales, ni las estrellas de mar pudieron contener su llanto.

Es una de esas historias en que los nombres son solo palabras que no definen, ni existe diccionario que contenga ni un solo término con el significado perfecto. Así que pongamos que él se llamaba Alfonso y era un marinero en tierra firme. Ella bien podía llamarse Luna, una sirena que prendía en llama todos los faros.

Alfonso la observaba antes de que Luna lo supiera. Admiraba su libertad, dibujando piruetas vestidas de saltos que querían volar. Sabía donde encontrarla y la buscaba. Más nunca decía nada, pues una cruz invisible sellaba sus labios.

Pero un día, Luna se cayó en el oceano de sus ojos y él vió las hogueras en los iris negros de la sirena. Las chispas que electrizaban el aire, creaban castillos artificiales, a medida, en un mundo de dos. La sirena llenó su vida de olas que le impulsaban, irremediablemente, a navegar las aguas que ansiaba pero a las que también temía. Le cogía fuertemente su mano y se zamullían juntos en donde las palabras no eran más que un aderezo de la felicidad que brotaba en cada poro, erizando la piel del alma de los dos.

Pero el mundo no es perfecto, la realidad es traicionera, querer no siempre es suficiente, los sentimientos desbocados acuchillan corazones y las peores tormentas no son siempre las que vienen de los cielos. La negrura todo se lo tragó.

Luna ya no hacía piruetas en el aire, sino que trataba de aferrarse a cualquier tronco que no la succionase a las profundidades del abismo. Alfonso ya no reinaba mundos perdidos, ni buscaba alas para volar junto a la sirena, solo trataba de resistir el huracán que todo lo devastaba.

Se separon tantas veces... Siempre el mismo vacío cargado de nostalgia. La sirena soñando con los oceanos de sus ojos, Alfonso deseando ver las estrellas dentro de su abrazo... Por eso, siempre volvían. Cada vez más rotos. Cada vez, más hechos jirones. Cada vez más cenizas. Pero siempre volvían. El siempre con miedo a decir de más y ella aterrada a soñar de menos.

Luego todo pasó. El tiempo también. Luna volvió a hacer piruetas en el aire queriendo volar, aunque con cuidado de no acercarse a aquellas rocas, no por falta de valor, sino por exceso de respeto. Alfonso no volvió a construir naves y se levantaba malhumorado si Luna aparecía, a traición, de la mano de Morpheo.

Y así es como se hicieron adictos a un silencio que jamás les había pertenecido. Ni este es final digno para una historia de sineras y marineros. Pero fue real.