Blog sobre Literatura, Guion y novedades de la escritora Eloisa Lua (pseudónimo)
lunes, 12 de junio de 2017
Réquiem
No tocaron a Réquiem las campanas oficiosas y la lucha se alzó reina, como cada noche. Porque era una noche más, sin pena ni gloria, sin vino y ya sólo las espinas de las rosas.
Tampoco compuso ningún músico su pieza más triste, ni tenía a quien tocársela o dedicarla. No había alma que remover ni corazón que tocar. Un cuervo cantaba su estridente melodía a lo lejos. Alas negras para un Réquiem insípido.
Tampoco hubo lágrimas y las plañideras ya habían llorado a todos los muertos; alguna de ellas, incluso, se arrrancó por soleares, llorándole a los vivos. Solo había huesos sin nombre. Calaveras rajadas como en las películas de bajo presupuesto. Pero sin director, ni guionista, ni productor que se interesase.
Era un entierro sin público. Sin buenas palabras y malos sabores. Era el silencio de la muerte enmudeciendo a la parca. Era todo y nada a la vez, como el gato de schrödinger con una crisis de identidad.
Era la angustia de otros tiempos. El dolor de las heridas secas. Era el aullido solitario de un lobo desgastado. Era todo y era nada. Como esas novelas que te dejan a medias, como los finales de los libros que nunca leíste. Desde luego no era ni "la sentina de escombros", ni "la feroz cueva de náufrago" que lloraba Neruda. Era más bien el poema 22.
Era la verdad y la mentira, sin ser falso ni cierto. Era lo despojado de todo. Un entierro como nunca hubiera imaginado.
Y así acabó todo. Sin beso de estación, ni tren que lo gobierne. Ni golondrinas en su ventana. Era la nada que llega detrás del Fin sin retorno. Del adiós sin hasta pronto.
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