martes, 23 de diciembre de 2014

Por Suerte



POR SUERTE
Por suerte, tengo una VIDA. Y no me refiero a ese compendio de cosas cotidianas que ocurren porque tienen que ocurrir, fruto de la casualidad o causalidad... No, me refiero a que, antes de morir, podré decir henchida de orgullo: "Yo, he vivido".
Tengo la suerte, de haber tenido siempre claros mis sueños, a los que convertí en metas a alcanzar, renunciando primero a la palabra "Imposible" y sustituyéndola por un "A lo sumo, poco probable". He sentido una ilusión que, cada día, me impulsa a poner los pies en el suelo porque he venido a morderle a esta vida en la garganta y a sacarle todo su jugo. Y, cuando las ilusiones se rompían, cuando el corazón se quebraba, cuando la oscuridad se presentaba con su manto de oscuridad, cuando la razón era atropellada por la ignorancia, cuando hablar se convertía en una guerra a muerte sin ganadores, cuando el amor redujo a cenizas las cenizas de mi corazón... Aún entonces, estaba viva. Siempre me levanté. Encontre una salida, una puerta nueva, una claraboya, un pasadizo secreto. Siempre avancé, aunque fuera a costa de titánicos esfuerzos. Sin sacrificio jamás habrá recompensa.
Por suerte, mi patria ha sido el mundo. He amado mi tierra, pero también las tierras de otros, los paisajes más allá del círculo polar, los caminos celtas, las antiguas minas de oro romanas. No puedo entender el nacionalismo habiendo tenido el mundo entero a mis pies, sin restricciones. He tenido el valor de irme tan lejos como he querido y, más tarde, el coraje o el deseo de volver.
He visto las miserias y bajezas más rastreras del ser humano; llorando lágrimas de sangre, muy lejos de los míos, viendo como me arrancaban el corazón con la mano y se lo comían aún latente, he visto como un día todo fue "cuestión de supervivencia" y la vida se redujo a un "¡Corres o mueres!", y decidí correr. Hay que saber cuando se pierde una batalla, quien no conoce la derrota, tampoco saboreará las mieles del triunfo. He sido testigo de como, amando más allá de todo límite a alguien, éste, impasible absoluto ante tu dolor y desesperación, te niega lo que tú le darías a tu peor enemigo. Pero también me han amado de una manera arrolladora, pasional, casi animal... Ese amor que simplemente conectas como si os conociérais desde el segundo primero del nacimiento del universo... Ese amor que, gracias a la luna, no hay palabra capaz de describirlo, siquiera acercarse a ello un mínimo.
Me han abofeteado, insultado, calumniado, traicionado y vendido a cambio de nada. Han achaco mis triunfos de suerte. Me han subestimado. Hasta me han "diagnosticado" de loca. Pero también me han defendido con uñas y dientes, han sido leales y fieles, han comprendido mi alto concepto de la amistad. Algunos se quedaron en el camino, otros siguen aquí y alguno nuevo que añadir a esa reducida lista de MIS AMIGOS, los de verdad, los que van más allá de las palabras, los que son dueños de los actos que lo demuestran.
He luchado por sobrevivir en un mundo que quería comerme, cuando apenas era una niña que despertaba a la realidad.
He visto como la vida, que todo te lo da, también te lo quita todo de un zarpazo. Como se arriesga la vida de alguien sin ninguna piedad. He luchado a brazo partido por no claudicar ante el abismo más cruel y profundo y he sido arrastrada a sus entrañas sin ninguna contemplación. Pero no me arrepiento. Aprendí cosas importantes que, mucha gente de plástico, no se acerca siquiera a intuir.
Se cuanto valor tiene un plato de comida en la mesa y un techo bajo el que dormir. He jugado con la muerte al juego macabro de escapar, pensando que, lo que hay detrás, no puede ser peor que el Infierno que vives y no me siento orgullosa de ello, pero yo, afortunadamente, aún puedo contarlo. He llegado a odiar y despreciar la vida hasta el punto de enamorarme profundamente de ella
He defraudado a mis amigos. Les he hecho daño y se me ha roto el corazón al contemplar su dolor. He aprendido que la compasión y la pena, no son la misma cosa, y que cuando sientes la segunda por otra persona son solo fruto del egoísmo de sentirnos en una situación superior. No me arrepiento de uno solo de esos momentos en los que me arrancaron la piel a tiras, porque sin ellos, ahora no valoraría como valoro los buenos momentos.
He visto cosas tan bellas y hermosas, que muchos solo pueden imaginar. He contemplado boquiabierta el sol de media noche y ballenas en libertad. Me he sentado en las rocas de Castillos, tan hermosos que, tocando cada piedra, he podido revivir las historias templarias, he escuchado las gaitas celtas de la tuna compostelana, he contado estrellas en mitad de la noche, muy lejos de la contaminación lumínica de las ciudades, me he reflejado en mil lagos y he sido sorprendida por ventiscas de nieve, he visto el fondo del mar y admirado su belleza, he visto la ciudad de la luz y me he sentado sola a observar otras vidas, otras gentes, otros mundos. Le he enseñado a alguien la clepsidra que una vez me hipnotizó y he visto ese mismo efecto en aquellos ojos negros que nunca llegarán a desdibuarse del todo en mi recuerdo. Y he sido feliz. Me han cantado canciones al piano desde el centro de un corazón que latía solo por mí en ese instante. Me han llamado "hermana", siendo yo hija única.
Me han criticado. He suscitado envidias desde que tengo uso de razón, sin tener aún demasiado claro por qué. Me he enfrentado a todos y a todo por defender una idea, un principio o simplemente a un amigo. Miro alrededor y veo sus caras. Sus manos, siempre dispuestas a dar un apretón. Sus bocas, siempre con un consejo o una palabra amable cuando más lo necesito. Sus miradas, que no juzgan. Sus brazos, siempre dispuestos a hacer de bastón,
He dejado muchísima gente atrás. Personas que me han defraudado hasta hacerme perder el sentido de las cosas y rumbo de las cosas.
Por suerte, nunca me he dejado guiar por estereotipo alguno. Esas normas estúpidas sociales que determinan "que es la belleza" y que lo único que pretenden es hacernos a todos iguales. Clones sin alma, ni corazón. ¿Porqué debería de importarme estar gorda o delgada? Si la belleza superficial dura lo que un suspiro y el problema lo tienes TÚ que no sabes o no eres capaz de mirar más allá de una piel que jamás va a representar "mi esencia". Por suerte, he aprendido a valorar y a cultivar otras cosas.
Por suerte siempre he vivido como he querido. He hablado desde el corazón, exponiendo como me sentía, evitando que el miedo al juicio de los demás me impidiera decir lo que pienso y siempre me he sido fiel, por fuerte que soplase el temporal. Y, también por suerte, me he equivocado un millón de veces, porque soy humana, porque puedo hacerlo, porque equivocarse es bueno.
Nunca le he reído las gracias a los que no me hacían reír. He usado la sinceridad, minimizando su daño con la diplomacia, pero sin adornar su significado hasta diluirlo, y lo he hecho pese a quien pese. Yo nunca regalo los oídos y, mucho menos, para conseguir un fin propio.
Ser así no es fácil, pero me gusta lo que veo cuando me miro satisfecha ante un espejo.
Como he dicho... Tengo la suerte de haber vivido y me siento orgullosa de ello.

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